Juventud para Cristo ha tenido una historia distintiva como movimiento de evangelización entre jóvenes en todo el mundo. A principios de los años cuarenta, diferentes pastores y evangelistas empezaron a organizar grandes concentraciones de jóvenes en Canadá, Inglaterra y Estados Unidos. Extendiéndose a docenas de ciudades después del final de la Segunda Guerra Mundial, Juventud para Cristo (JPC) se organizó rápidamente para proveer liderazgo y estrategia, además de conferenciantes y músicos para las distintas localidades.
JPC dio esperanza a una generación de jóvenes marcada por la postguerra y pronto pasó a ser un movimiento mundial. Billy Graham se convirtió en el primer miembro a todo tiempo del personal del nuevo movimiento, y fue uno de sus impulsores decisivos.
En 1948, una conferencia de este nuevo movimiento en Beatenburg, Suiza, sirvió como inspiración para su extensión a varios países de Europa. Un joven pastor llamado Samuel Vila asistió a la conferencia e invitó a algunos delegados a visitar España para compartir su visión. Al cabo de unas semanas, un comité directivo había sido formado en España, y sus miembros habían empezado a organizar algunas reuniones evangelísticas desde antes de la Guerra civil. La respuesta fue enorme.
Algunas secciones del informe para el VII aniversario de Juventud para Cristo dan algunos detalles:
«Cuando se celebraron los cultos en una sola capilla… se formó tal aglomeración que… tuvieron que ir anunciando el culto anexo que habíamos improvisado en otra capilla.
La campaña se inauguró el día 2 de octubre en la iglesia de Teruel en Barcelona. La asistencia se calculó en unas 1.000 personas, muchas más de la capacidad del local. Tuvo que habilitarse una Iglesia de Travesía San Antonio, donde se congregaron otras 150 personas. Mucha gente se vio imposibilitada para entrar…»
Juan Gili, uno de los primeros colaboradores, aportó liderazgo durante la mayoría de sus primeros 20 años. El principal modelo de ministerio utilizado fue la campaña evangelística. Una de las más grandes campañas se hizo en el teatro Gran Price de Barcelona en 1969, con una asistencia de más de 8.000 personas.
Un momento complicado aconteció en 1969. Gili había dimitido el año anterior para fundar otra organización evangelística y se había aprobado la primera ley de libertad religiosa. Esta ley provocó un debate tremendo sobre si las iglesias deberían registrarse con el gobierno o no. Desafortunadamente, el debate llegó a ser causa de división y la unidad interdenominacional que había dado un gran impulso a Juventud para Cristo sufrió como resultado. Al mismo tiempo, otros cambios estaban sucediendo en la cultura juvenil, los cuales harían necesario el desarrollo de nuevas estrategias en el ministerio.
Cuando un joven misionero inglés, Eduardo Bracier, fue nombrado director en 1971, el ministerio casi había llegado a pararse, aunque se estaban considerado ideas para nuevos proyectos. Empezando a mitad de los 70, bajo la dirección innovadora de Fernando Campillo, Juventud para Cristo empezó clubes y campamentos evangelísticos con adolescentes, ministerios de música y teatro, una editorial, programas de radio e incluso campañas evangelísticas con un autobús inglés de dos pisos.
A principios de los años 80 existía una auténtica necesidad de consolidar el ministerio y de encontrar una fuente más estable para apoyar a los obreros que dedicaban su tiempo de una forma más completa a la obra. Después de la dimisión, por razones personales, de Eduardo y Fernando y tras un periodo de transición, la pareja misionera Marcos y Estefanía Dodrill, juntamente con el nuevo director, José Burguillo, empezaron a trabajar para conseguir estas metas y para ampliar varias áreas del ministerio. Una de las mayores innovaciones bajo el liderazgo de José Burguillo fueron los viajes de ayuda humanitaria que se organizaron a Rumania y a Brasil bajo el nombre de Proyecto Servicio. En 1992, José dejó Juventud para Cristo para formar una organización dedicada exclusivamente a este ministerio social, y Marcos Dodrill fue nombrado como el nuevo director.
El perfil actual del ministerio enfatiza la producción de publicaciones, la formación de líderes y la organización de actividades para apoyar los programas de las iglesias locales. Este acercamiento ha permitido a Juventud para Cristo en España ir más allá de un ministerio local para tener un impacto en toda España y en todas partes del mundo castellano-parlante.
El libro «Juventud para Cristo: una memoria histórica ilustrada», provee más detalles y testimonios personales de los primeros cincuenta años de esta organización en España. Es de interés para todos aquellos que quieren profundizar en la historia de la evangelización de la iglesia evangélica en este país.